Que sensacional que un solo hombre asentado en… ¿solo fría tecnología? fuera capaz de sacar de la miseria y el hambre a millones para dar paz y progreso al mundo; eso es algo casi tan cercano a ser un gran Dios creando vida, leyendas e historias épicas para la posteridad.
Creamos en ello, comámoslos y esperemos a los resultados, esos que nose dan de la noche a la mañana.
Los transgénicos no son creados para alimentar a los hambrientos, sino para enriquecer a unos cuantos bajo el pretexto del bienestar, leamos un poco más de la historia de los Rockefeller.
De hecho dos tercios de la producción de alimentos miserable y egoístamente se van al caño de una manera obscena y con eso que convierten altivamente en basura y que nos cuesta a todos, seguro alcanzaría a terminar de raíz a la hambruna mundial y pondría paz de por medio.
Eso que no conviene a nadie de las esferas armamentistas y amarillismos noticiosos.
Cuantas veces he hablado de que no hay empresas malas como tales y eso está muy claro; la empresa no es, ni será un ser vivo con sentimientos e iniciativa moral; menos tendrá racionalidad y solo tiene un impulso de sedienta necesidad para sustentarse, sitios en dónde sus miembros y colaboradores pierden su identidad propia en la fiera competencia por el sustento y el banal reconocimiento.
La propia inseguridad en nosotros mismos sembrada sistemáticamente desde nuestro nacimiento nos hace funcionar obligada y ciegamente dentro de un sistema agresivo y destructivo.
Aquí hablo del fenómeno del muerto de hambre más muerto de hambre que uno y que está dispuesto a arrebatar un trabajo a cambio de funcionar como esclavo a cambio de seguras migajas y en esa tesitura ese individuo se vuelve tan servil y rastrero al punto inmoral, despiadado y destructivo.
Y ahí en la empresa moderna; lo único que hay es… o gente buena o gente mala y la gente buena con iniciativa propia con raíz de cambio y con valores… no durará.
Para durar los no tan éticos, se acoplan al sistema y nadan con la corriente que es avasalladora.
Los de iniciativa inducida son los que prevalecen y en esa inducción funcionan al unísono como una infección bacteriana o parasitaria… solo avanzando sin identidad propia hasta agotar al infectado portador.
Por algo nuestro mundo está de cabeza y lo peor comenzó apenas hace poco más de 100 años con los grandes capitales en los Estados Unidos y la industrialización, no es una postura comunistoide, es de razón incontrastable.
¿Sacarnos de la miseria y darnos de comer?
Ni la Madre Teresa.
Durante muchos años seguí esa ruta de firme creyente en la genética de laboratorio, ya que lo veía demostradamente.
Claro; en los múltiples y tendenciosos documentales en los canales “culturales” ese manipulativamente morboso Discovery o el NatGeo.
Pero ¿y la información en contra de entes inescrupulosos que no trabajan en pro del beneficio masivo? Esos globalifóbicos e investigadores sin recursos ni trabajo. Holgazanes hippiosos que han demostrado lo contrario y que incluso han pagado con sangre su atrevimiento por hablar en contra de un sistema manipulado y corrupto.
La televisión y los medios masivos sustentarán por interés propio las “investigaciones de Monsanto, Bayer, Merck y la farmafia en general.
Claro que ellos no promoverán jamás la propuesta de finalidad orgánica natural y si lo llegan a hacer; es sin hacer mucho ruido para que la audiencia crea en que son neutros y simples comunicadores.
Pues; los OGM a la vista de lo natural, no son para nada buenos.
La razón tan simple y nada científica es que no sufrieron una adaptación evolutiva con el entorno, rompen con la cadena alimenticia natural y además los consumidores no evolucionamos ingiriendo sus aleatorias enzimas y proteínas.
Esas que alteran las más de quinientas delicadísimas funciones hepáticas, hormonales y biológicas funcionales y nos enferman por mantener al sistema inmune tenso en algo llamado síndrome inflamatorio.
Cánceres y mutagénesis, afectaciones neuromotoras y cognoscitivas degenerativas que no son simples coincidencias.
Apostemos por lo natural. Creación y evolución.
Somos lo que coincidencialmente el tiempo trajo hasta este punto, no destruyamos, ni nos destruyamos.
Una probadita: